Como otras ocupaciones largas
y monótonas, la de rellenar
los chorizos induce al comentario, a los planes
y a consumir los recuerdos.
El reparto del trabajo
Matador: Hace las labores más importantes. Mata, abre, trocea y chamusca al
cerdo. Cobra por este trabajo 5.000 pesetas. Suele ser vecino de la zona y hace esa labor
en varias casas. Es un oficio que se está extinguiendo, entre otras cosas porque el
trabajo no abunda.
Hombres: Los hombres tumban al cerdo sobre la superficie donde se va a matar
(normalmente, un banco o un carro) y, mientras se sacrifica, lo agarran con unas cuerdas
para que no se mueva. Son al menos cinco los que suelen actuar: dos para las patas de
atrás, dos para las de delante y uno para la barriga; el matador coge la cabeza. Si no
hay hombres suficientes en la casa recurren a los vecinos para que les ayuden y luego les
corresponden colaborando en sus matanzas. Este sistema de ayuda viene de antiguo y permite
ahorrar el pago de jornales a otras personas.
Mujeres: Recogen con una tina la sangre que derrama el cerdo y la van removiendo
para que no cuaje. Se encargan también de cortar y lavar las tripas y de elaborar los
embutidos.